El impacto de los medios de comunicación.
El Cartel de la Dopamina: del Arte a las Adicciones.
Dr. Carlos Presman
El entretenimiento de devora al arte
al entretenimiento se lo devora la distracción
redio cut 102.3 22/7/2024 11:47hs
Conjunto de ideas y pensamientos que nos ayudan a deconstruir falsas verdades, a cuestionar el "sentido comun" y a entender nuestra propia pero compleja realidad. 3RF
El impacto de los medios de comunicación.
El Cartel de la Dopamina: del Arte a las Adicciones.
Dr. Carlos Presman
El entretenimiento de devora al arte
al entretenimiento se lo devora la distracción
redio cut 102.3 22/7/2024 11:47hs
Fuente: Diario Pagina 12 19/4/2022 , enlace: https://www.pagina12.com.ar/416028-redes-sociales-enredados-por-empresas-digitales
El periodista neuquino de Cartago TV, Pablo Fernández, en una capacitación en la Universidad Nacional de Río Negro, me dijo: “no tenemos que decir redes sociales, son redes digitales”. Claro, porque lo social remite a los vínculos en la sociedad, las relaciones entre las personas. Las redes sociales son los clubes de barrio, las bibliotecas populares, las organizaciones militantes. Lo que llamamos y naturalizamos como “redes sociales” son empresas digitales que administran y condicionan nuestra comunicación. Empresas que más allá de nuestro posicionamiento ideológico, han censurado voces arbitrariamente. En un contexto donde estas plataformas son claves para transmitir miradas, con decisiones unilaterales, callaron voces. Solo a modo de ejemplo: TeleSUR denunció censura de su cuenta en Instagram, periodistas fueron etiquetados como "Medios afiliados al gobierno, Rusia" y YouTube bloqueó de sus canales a medios rusos como la cadena RT y la agencia de noticias Sputnik.
Lo complejo es que en el contexto actual estas plataformas son claramente una arena de disputa política.
Las lógicas de estas redes también condicionan nuestras miradas. A partir de nuestros comentarios, me gusta, retuits y gustos, el algoritmo nos propone contenidos. La exposición selectiva a la información que hacíamos en forma consciente hace décadas atrás, por ejemplo, cuando elegíamos leer Pagina 12 o La Nación, hoy las realiza el algoritmo, pero de forma invisible.
Mientras algunos contenidos se nos presentan a partir de nuestros gustos, otros se nos volverán ajenos. Así tendemos a perder la posibilidad de comprender y conocer la mirada del otro y la otra. Las plataformas realizan una selección de hechos y encuadres basada en nuestras opiniones, placeres y entretenimiento. Por eso nos impacta tanto cuando vemos los comentarios autoritarios de los lectores en algún artículo, o nos encontramos con un amigo conservador que no veíamos hace mucho: nos repele y sorprende porque salimos de nuestra burbuja.
El escritor Eli Pariser define como el filtro burbuja a esa “selección personalizada de la información que recibe cada individuo que le introduce en una burbuja adaptada a él para que se encuentre cómodo, pero que está aislada de las de los demás”.
El filósofo Byung Chul Han sostiene en su libro Infocracia que “el teléfono móvil como instrumento de vigilancia y sometimiento explota la libertad y la comunicación. Además, en el régimen de la información, las personas no se sienten vigiladas, sino libres. De esta forma paradójica, es precisamente la sensación de libertad la que asegura la dominación”. Podríamos agregar, que también paradójicamente, mediante las llamadas “redes sociales” obtenemos la sensación de vincularnos y es lo que asegura nuestro aislamiento.
En la comunicación actual también prima lo emotivo, lo superficial y el impacto. En ese marco, lo que nos indigna y emociona tiene más probabilidades de ser compartido. Quizás ahí podemos encontrar la funcionalidad de ciertos discursos de odio y estigmatización que cobraron fuerza en los últimos años. Según Chul Han, “los afectos son más rápidos que la racionalidad. En una comunicación afectiva, no son los argumentos los que prevalecen, sino la información con mayor potencial de excitación. Así, las fake news concitan más atención que los hechos. Un solo tuit con una noticia falsa o un fragmento de información descontextualizado puede ser más efectivo que un argumento bien fundado”.
¿Como salimos de este laberinto? Construyendo puentes de diálogo, encontrándonos, con miradas críticas a las plataformas digitales y a los discursos hegemónicos y fortaleciendo las reales redes sociales.
* Licenciado en Comunicación Social UNLZ. Especialista en Comunicación y Culturas UNCO. Profesor de la Universidad Nacional de Río Negro.
Por: Mariana Moyano
“Me fascina lo bien que funciona Google. Yo escribo ´budksnksjs´ y me dice «quizás quisiste decir ´budín de yogurt y arándanos de Jimena Monteverde receta´. Y sí, siempre le pega”, tuiteó la usuaria @llamenalsame. Gracioso y al nudo. ¿Eficiencia de esta mega corporación que nos hace la vida más fácil? Sí, también. Pero este tuit más que simpático es la síntesis de lo que es Google-Alphabet: poder. “Google no es un servicio, es infraestructura. La vida sin Facebook o Apple sería un poco más aburrida. La vida sin Google es difícil de imaginar” (1).
Casi a diario leemos que Google viola leyes de privacidad, que tiene comportamiento monopólico, que ha sido multada en miles de millones de dólares o que fue citada por el Senado de los Estados Unidos.
Lo último que supimos fue el anuncio de que el organismo de regulación de la competencia de Alemania encontró un camino para ir en serio contra Google. Ocho meses después de que esta entidad (Bundeskartellamt) abriera una investigación sobre las prácticas de la empresa, se indicó de modo oficial que “con más del 80% de la cuota de mercado, Google ocupa una posición dominante de servicios de búsqueda general y es el principal proveedor de publicidad basada en búsquedas. Google termina estableciendo las condiciones de todo el mercado”.
Las demandas contra Google siempre son millonarias y las denuncias no provienen de jugadores pequeños sino de los Estados. 2424 millones de euros es la última multa confirmada por la Comisión Europea; la Autoridad de Protección de Datos de Austria (DSB) acaba de fallar que Google Analytics viola las normas europeas de privacidad y hasta el departamento de Estado con Biden o con Trump demanda a Google. Pero nada ha podido todavía frenar ni el crecimiento ni el avance de Alphabet.
Google es nuestro comportamiento
Dinero y poder, los dos nudos de la dominación de estas corporaciones. Google tiene posición dominante en el mercado de la publicidad: con Facebook se reparten en casi todos los países porcentajes que abruman, van del 60 al 85% del dominio de la publicidad online total. Pero lo otro, y tal vez más importante, el dominio casi absoluto en la cuota entre los buscadores de Internet. El buscador de Google no es una aplicación; es el intermediario entre cada ser humano y la red, entre la población con conexión y el resto del mundo.
Controla el navegador Chrome y las otras dos interfaces más usadas del planeta: el correo Gmail, los sistemas operativos de los dispositivos Android. Y eso solo para empezar. Son los dueños de una parte central de nuestra rutina y comportamiento diario. Nos moldean nuestra vida cotidiana.
La revolución digital ha cambiado la distribución de datos y de noticias a tal extremo de que ya no nos damos cuenta. La naturalización es monumental. Lo que sabemos está hoy menos determinado por los medios que por lo que buscamos por propia iniciativa. Pero ¿quién organiza esa búsqueda en teoría de iniciativa propia?
¿Nos está haciendo estúpidos?
En su número de julio-agosto de 2008 -es decir, cuando todavía nadie se preguntaba en voz muy alta por lo que Silicon Valley estaba haciendo de y con nosotros- la revista The Atlantic publicó el luego mítico artículo de Nicholas Carr “¿Google nos está volviendo estúpidos? ¿Qué hace Internet con nuestros cerebros?”.
“Puedo sentirlo. En los últimos años he tenido la incómoda sensación de que alguien, o algo, ha estado jugueteando con mi cerebro, reasignando los circuitos neuronales, reprogramando la memoria. Mi mente está cambiando. No estoy pensando como solía. Sumergirme en un libro o en un artículo largo solía ser fácil. Ahora mi concentración a menudo comienza a desviarse después de dos o tres páginas. Me pongo nervioso, pierdo el hilo, empiezo a buscar otra cosa que hacer. Durante más de una década, he pasado mucho tiempo en línea. La Web ha sido un regalo del cielo. Internet se está convirtiendo en un medio universal, el conducto de la mayor parte de la información que fluye a través de mis ojos y oídos hasta mi mente”, escribió Carr. El autor empezaba a observar el trabajo de Google sobre nuestras mentes.
Google nos moldeó. Instaló la tranquilidad de saber que cualquiera fuese el dato que necesitábamos, en la extensión de nuestras manos encontrábamos la respuesta; situó su marca como genérico, como sinónimo de “buscar” y hasta instaló su estética como estilo arquitectónico.
Y no fue el azar; fue todo según lo planificado, según la biblia de Sillicon Valley, el libro “Tecnologías persuasivas: el uso de las computadoras para cambiar lo que pensamos y lo que hacemos”, del gurú de Stanford, B. J. Fogg.
Mil rocanroles desde los satélites
Larry Page y Serguéi Brin iniciaron lo que sería el imperio Alphabet con un buscador en 1998 y por supuesto, en un garage, el de Susan Wojcicki en Menlo Park.
A poco de nacer ya se habían comido a sus competidores: Lycos, AltaVista, Ask Jeeves y también al buscador de Microsoft, el MSN Search. Construyeron el emporio en los edificios de Mountain View, el hoy Googleplex. Y desde ahí desplegaron la filosofía de en ese entonces nueva Internet: hacernos fácil y gratis. Después de todo, son los que hicieron carne el mandamiento número 1 de Internet: si algo es gratis, el producto sos vos.
Así vino Gmail. Y con él, el permiso de Google para guardar(se) todo lo que haya en nuestros correos. Vino Pyra Labs, la dueña de Blogger. Vino Adsense, la plataforma de banners “gratis” e inteligentes, que se modificaban según qué otra información y avisos los rodeaban. Vino Android, el sistema operativo del 75% de los teléfonos celulares del mundo, y con él, la geolocalización permanente. Vinieron Google Maps y Google Earth. Localizados y ahora observados desde los satélites. Vino YouTube, sus mil ochocientos millones de usuarios, sus cuatrocientos minutos de video subidos por minuto, su algoritmo de recomendación polarizante y adictivo y la reproducción automática.
Y toda esa masa de información, datos, detalles y comportamientos de nuestras vidas brindados de modo voluntario compartiéndose de aplicación a aplicación. Porque lo que vino fue mucho más que interfaces: vino el capitalismo de plataformas y la economía de la vigilancia.
Hace ya más de 12 años que eso empezó. Asusta, pero lo que enoja es la poca importancia que le da la mayoría de la política, sobre todo quienes se supone que bregan por la democratización.
El devorador de medios
Los que sí entienden el poder de Google son los medios de comunicación. Y lo han comprendido por la tremenda dependencia que hoy tienen con la plataforma: Google es el dueño del tráfico en la red.
El New York Times, es decir el o uno de los diarios más influyentes del mundo, reconoce que está prácticamente a merced de Google: el 80% de las entradas a su sitio son vía el buscador; solo el 20% es ingreso directo. El problema principal de uno de los pocos dueños de medios de Argentina que entiende la era actual, es cómo no ser devorado por Google.
El emporio posee su sitio de noticias desde 2002 pero el chiche nuevo es el Google News Showcase, un servicio que se presenta como una facilidad de Android para brindar un pantallazo rápido de información. En Argentina se lanzó en febrero de 2021, al igual que en el Reino Unido.
Google Showcase trabaja directamente con los editores. Después de mucho batallar, Google accedió a pagar a los medios, pero bajo sus reglas y con acuerdos individuales con lo que esa debilidad implica. Según Reuters, diarios como Le Monde, Libération y Le Figaro obtuvieron unos 3,6 millones de dólares anuales cada uno, además de la tarifa del acuerdo que, en el caso de Le Monde fue de 1, 3 millones de dólares. En criollo: por lo que para Google es un vuelto, los 200 medios que forman parte del acuerdo pasan a trabajar para Google: los King Kong le editan a uno de los Godzilla.
La sostenibilidad, la autonomía y el futuro de los medios de comunicación es nada más y nada menos lo que el poder de Google pone en debate. Para analizar la situación, el gobierno de Irlanda creó la Comisión del Futuro de los Medios porque Google y Facebook representan el 84,4 % de toda la inversión en publicidad on line y el 44,6 % del mercado total de medios. En Canadá, en febrero de 2021, unos 100 diarios imprimieron su primera plana en blanco como parte de una campaña nacional para llamar la atención sobre el impacto de los gigantes tecnológicos sobre los medios.
Google in the sky
Tal como Tiempo Argentino contó en su nota “Jeff Bezos-Amazon: el poderoso dueño de la memoria de la humanidad”, otro de los ejes centrales del debate del momento es el alojamiento de la información. Google, por supuesto, también juega ese partido y lo hace con su Google Cloud Platform, la competidora directa de los otros poderosos repositorios de la memoria de los Estados y la humanidad: Amazon Web Services y Microsoft Azure.
Google Cloud y AWS dominan el mercado desde 2008 y forman parte del grupo de cinco proveedores de infraestructura de nube pública que constituyen el 80% del mercado. En solo un año, el crecimiento de este negocio fue de más de 100 por ciento.
En la actualidad, Google posee ubicaciones de nubes en más de 200 territorios y regiones. Todas las empresas de nubes aseguran que desde 2017 usan energías renovables o que avanzan en ese camino. Pero se han ido concentrando en sitios de energía y mano de obra barata. Solamente los servidores de iCloud y Google utilizan el 1,8% del consumo total de energía en Estados Unidos, y un estudio realizado en Japón indica que en 2030 la red habrá utilizado todos sus recursos energéticos disponibles. La Agencia de protección ambiental de EEUU calculó que la extracción de información de las bitcoins produjeron, en el lapso de 2016 y 2018, entre 3 y 13 millones de toneladas de dióxido de carbono, lo mismo que producen un millón de vehículos. Pero cuando se habla de extractivismo a Sillicon Valley ni se los menciona.
Google se está mudando a San José, California. A un complejo que parece una nave espacial; un área de entre 600 mil y 740.000 metros cuadrados. “Una fábrica urbana en la que los empleados, la población y el tránsito de la estación están integrados en uno”, según la BBC.
Google es un buscador. Es la garantía de que no estemos obligados a recordar ni una ubicación, ni un teléfono. Es el doodle simpático y colorido que nos saluda con la efeméride, es quien nos permite ir a dormir sin la tortura de olvido por el nombre de un actor, una película o una canción. Google es el “Usá Internet, Oscar” de Cristina. Pero ante todo, Google es una de las empresas con el sello de época: es de las que han moldeado, poco a poco y sin que nos diéramos cuenta, el comportamiento de la humanidad.
El regulador de la competencia de Alemania aceleró sus investigaciones contra Google por posibles prácticas anticompetitivas en el uso de datos personales y por Google News Showcase, programa de mecenazgo a los medios lanzado a nivel mundial en 2020.
La Oficina Federal de Carteles (Bundeskartellamt) decidió incluir a Alphabet y su filial Google en su lista de vigilancia especial de grandes compañías de Internet. Desde enero de 2021, la legislación alemana de competencia permite al regulador intervenir de forma anticipada contra estas compañías. «En menos de un año, hemos adoptado la primera decisión oficial basada en esa provisión y determinado que Google es de importancia primordial en varios mercados», dijo el presidente de la Oficina, Andreas Mundt, indicando que también se están realizando procesos similares contra Amazon, Apple y Meta (Facebook).
La Oficina sostuvo que Google tiene una posición dominante en el mercado de búsquedas por Internet de Alemania, con más de un 80% de cuota de mercado.
(1): Frase de Marta Peirano en El enemigo conoce el sistema, editado por Debate.
https://www.bbc.com/mundo/noticias-55825871
En 1921 los pueblos del Chaco santafesino se rebelaron masivamente
contra la compañía británica La Forestal y protagonizaron una
experiencia de lucha icónica para la organización sindical de los
trabajadores.
Ese proceso comenzó en 1918 y tres años después
fue brutalmente reprimido para proteger los intereses de la empresa. Las
noticias de esos días dan cuenta de 600 muertos, éxodos forzados y
destrucción de hogares obreros.
José Font, más conocido como Facón Grande, en la Patagonia, uno de los fusilados en las huelgas rurales de 1921.
https://www.tiempoar.com.ar/nota/a-100-anos-de-la-forestal-abriran-el-predio-de-la-fabrica-para-inaugurar-un-monumento-al-sindicalista-teofilo-lafuente
Fuente: Hoy Día Cordoba (Miércoles 09 de Diciembre de 2020), por Eduardo Ingaramo, "Las buenas pregunta", enlace: https://www.hoydia.com.ar/opinion/76151-las-buenas-preguntas.html
Las buenas preguntas
Economía social | Por Eduardo Ingaramo
La sabiduría del “solo sé que no se nada” nos plantea que las respuestas –parciales y desde una perspectiva particular- siempre son menos importantes que las buenas preguntas. Es que, en momentos de crisis, sin explicaciones (¿Por qué la corrupción es el factor común de las democracias? ¿Por qué explotan Chile, Ecuador, Francia, el Brexit, Hong Kong, Cataluña…?) la reflexión es la única salida, para romper los lugares comunes y simplones que creíamos verdades reveladas.
- ¿Por qué sobran los jubilados y no sobran los híper ricos que sostienen “la inviabilidad de los sistemas jubilatorios?
- ¿Por qué se endeudan los Estados y se acumulan recursos financieros en manos de unos pocos?
- ¿Por qué los recursos financieros se concentran en guaridas fiscales y no se invierten en actividades productivas que generen trabajo?
- ¿Por qué hay hambre y se producen alimentos suficientes para casi el doble de la población mundial?
- ¿Por qué la obesidad y la desnutrición caracterizan la realidad de los niños del mundo rico y pobre?
- ¿Por qué son violentas las explosiones populares o sorpresas los resultados electorales y no lo son las promesas incumplidas o los giros copernicanos de gobernantes electos, en contra de la voluntad popular?
- ¿Por qué países que se suponen exitosos, tienen crisis y explosiones populares?
- ¿Por qué si sabemos que la cooperación crea riqueza, paz y desarrollo se sigue promoviendo la competencia?
- ¿Por qué se promueve la competencia y el endeudamiento de los sectores populares y Estados, si se promueven las fusiones y concentración financiera de los grandes monopolios?
- ¿Por qué el premio Nobel de la Paz Barack Obama bombardeó más que nadie, y el “loco” de Trump retira tropas de ocupación, aunque amenaza a todos?
- ¿Por qué el “dictador” Putin usa armas para imponer paz en Medio Oriente y los países “democráticos” (Francia, UK o EEUU) proveen armas a los beligerantes?
- ¿Por qué es buena la libertad de mercados y el libre comercio, y no lo es la de los migrantes que huyen de la pobreza y las guerras generadas por aquellos que sostienen la globalización financiera y comercial?
- ¿Por qué un desastre electoral en EEUU son “problemas en un sistema complejo”, y una mera sospecha sin pruebas, fue un fraude en Bolivia?
- ¿Por qué aquellos que sostienen el libre comercio internacional, establecen sanciones unilaterales, controlan, restringen o censuran contenidos en las redes sociales y frenan la difusión del conocimiento con patentes de dudosa legitimidad?
- ¿Por qué se desarrollan tecnologías que reemplazan trabajo humano, si lo que sobran son trabajadores?
- ¿Por qué son revolucionarios utópicos los que promueven el equilibrio económico, social y ambiental y no son terroristas los que promueven el sobreconsumo, el individualismo, la meritocracia sin considerar el contexto y la discriminación?
Si aún no nos lo hemos preguntado, si no nos hemos preocupado por conocer las opiniones –respuestas- de otros, es que estamos suponiendo que la solución es individual y las consecuencias no nos alcanzarán ni a nosotros ni nuestra familia, o que es suficiente plantar un árbol, donar lo que nos sobra o ya no usamos y suponer que nuestro “éxito” es independiente de la familia en la que nacimos o de los beneficios que obtuvimos de la economía del bienestar y el Estado presente (educación y salud pública gratuita, etc.) de las décadas anteriores… entonces, somos parte del problema, y sufriremos las consecuencias de estas contradicciones.
Ni siquiera es necesario pensar en la justicia social o la solidaridad para saber que si el sistema no es sostenible para todos en todo momento, y el destino de toda la humanidad será el de otras tantas especies extintas en la historia del planeta. Salvo que estemos dispuestos a exterminar, aislar o invisibilizar a los más desposeídos, amasando una gran fortuna que nos proteja a nosotros, nuestros herederos de esa “chusma”. ¿Lo estamos?
Si es así, debemos saber que hoy millones de ancianos son abandonados por sus hijos y la sociedad, se suicidan o fenecen en la soledad y la pobreza, sin acceso a la salud y el cuidado que necesitan. Y que miles de millones de niños no tienen ni tendrán lo que nos permitió llegar a donde llegamos. ¿Por qué suponemos que no nos ocurrirá ni a nosotros, ni a nuestros hijos o a nuestros nietos?
Si no lo hacemos, pensar que nuestra salida será con ellos, nunca contra ellos, y que encontrar culpables no solucionará los problemas y que no involucrarse en la solución, nos hace parte de esos problemas.
Sobre fines de la década de 1980 Javier Milei desarrolló su carrera profesional como arquero en el club de fútbol Chacarita Juniors. Sin embargo decidió cambiar de rubro, abandonar el deporte y abrazar la economía. A partir de allí, como economista ya no atajó un solo pronóstico más.
En los últimos años, cuando su perfil mediático comenzó a
crecer, sus vaticinios sobre el futuro del país se han ido
radicalizando, augurando catástrofes cada vez más drásticas pero que nunca se cumplen. Vale revisar su jugoso historial para entender cómo operan los defensores del terraplanismo económico de la ortodoxia.
En octubre de 2016, durante el macrismo, cuando empezó a ser conocido, anunció que el escenario fiscal presagiaba un Rodrigazo (Cronista 26/10/2016). Dos meses después, insistió con lo mismo aunque agradecía que la política monetarista de Federico Sturzenegger con las tristemente celebres Lebacs (esas que después explotarían en corridas cambiarias contra el dólar) nos habían salvado de caer en una hiperinflación (Urgente24 20/12/2016).
De hecho, ya en 2017, para defender la política monetarista del macrismo, llegó a decir que el “kirchnerismo dejó planteada una hiperinflación” (Noticias & Protagonistas 08/02/2017).
En 2018 empezó acelerar su tono apocalíptico: en mayo de ese año, cuando comenzaron las corridas del dólar, justamente por la bola de Lebacs de Sturzenegger y el sobreendeudamiento macrista, dijo que el gobierno estaba “chocando la calesita” y que podría venir una híper (El Comodorense 21/05/2018). Aunque el riesgo, o más bien la certeza, de que irrumpiría una hiperinflación ya la pasó a sostenerlo durante todo ese año y desde ahí prácticamente siempre estuvo presente en su discurso (ver por ejemplo, Panam Post 19/07/2018 y CienRadios 31/08/2018).
En octubre prometió que “Vamos a un default: si no es en 2020 será en 2021”. Casualmente, el default ocurrió en 2019 cuando el macrismo reperfiló su deuda y fue en 2020 cuando se salió del default tras el arreglo kirchnerista. Para coronar el 2018, vaticinó desde su cuenta de tuiter: “Si llega a ganar Cristina habrá una hiperinflación tremenda” (04/12/2018).
Como no podía ser de otra manera, durante 2019 continuó con la misma línea. Ahora en marzo advirtió: “Si hubiese ballotage, se dispara una hiperinflación” (La Brujula24 01/03/2019). Luego dijo que si Cristina Kirchner lanzaba su candidatura habría una inflación de más de 500 por ciento (Perfil 20/03/2019). Un mes después dijo que ya estábamos “al borde de una hiperinflación” (Agena4P 11/04/2019). Y cuatro meses lo mismo: “Estamos en las puertas de una hiperinflación” (Telemax 14/08/2019).
Cuando parecía inminente el triunfo electoral del Frente de Todos, su augurio ya pasó para el 2020, diciendo que vendría una dolarización, una híper y la peor crisis de toda la historia (El Economista 22/09/2019).
Este año, cuando se impuso la cuarentena producto del coronavirus en marzo, vaticinó otra vez una hiperinflación, un default y la peor crisis sanitaria de la historia (Infobae 30/03/2020). En julio dijo que había “alto riesgo de hiperinflación” (iProfesional 26/07/2020), mientras que en paralelo anunciaba que la pobreza subiría al 75 por ciento y que ya “la híper estaba cantada” (Cronista 06/07/2020).
Otra vez, cada vez daba con mayor certeza la llegada de una híper, justo en un momento que se desacelera la inflación y ésta proyecta ser la más baja en los últimos años. Los detalles de esas intervenciones se puede encontrar aquí .
Como se ve, Milei suele confundir permanentemente sus deseos con la realidad. Y toda desviación de sus premisas como un camino a la catástrofe, dada su inflexibilidad intelectual, que lo vuelven muchas veces un prepotente o un autoritario muy violento.
Con todo, a pesar de hacer vaticinios cada vez más duros, y que nunca se cumplen, igualmente su figura ha crecido a paso firme.
Por lo que está claro que su presencia en los medios no se debe a su
talento profesional, sino a su histrionismo y exuberancia, volviéndose un personaje mediático que entretiene más que a su capacidad analítica como economista.
Debe reconocerse, igualmente, que figuras así cumplen un rol en la construcción del sentido común dominante, porque al ganar visibilidad y mostrarse como extremistas terminan por convertir a otros representantes de la derecha liberal argentina, como Macri o Larreta, en moderados y por ende en menos temibles para los votantes.
Es curioso que Milei, a pesar combatir al Estado con su discurso, parece depender de él. Durante años fue ayudante de una cátedra de la UBA, en la que no cobraba pero daba clases allí, según él, por el prestigio que tenía esa Universidad pública. Actualmente trabaja en una empresa concesionaria del Estado. Y lo que es más llamativo, hace poco trascendió que pudo seguir cobrando su salario gracias a la ayuda que dio el Gobierno a esa empresa privada con los ATP.
Milei es el líder y gurú del libertarianismo, y le resulta atractivo a los jóvenes sub-30 ya que se presenta como una suerte de rebelde, con un discurso provocador y antipolítica, diciendo que “todos los políticos son chorros”. Lo curioso es que él sostiene que el mejor Presidente de la historia fue Carlos Menem, un peronista que por antonomasia está ligado a la corrupción, se embandera defendiendo al poco exitoso Sturzenegger y asegura que su ídolo argentino es Domingo Cavallo. Todos representantes de las políticas de ajuste, que favorecen la exclusión, el desempleo, la desigualdad y el empobrecimiento generalizado.
Como cantan Los Redondos "nuestro amo juega al esclavo", porque detrás de esa supuesta irreverencia se esconde una subordinación a las formas de pensar la economía totalmente favorable al poder concentrado, al cual jamás discute. Los poderosos en su discurso nunca son cuestionados.
No es casual, finalmente, que los referentes intelectuales de Milei sean los de la escuela austriaca, Friedrich von Hayek y Ludwig von Mises: dos autores que eran parte de la élite aristocrática, de estatus nobiliario, que con marcado desprecio clasista, desarrollaron ideas para combatir a los sindicatos, el socialismo y la izquierda. Ya que nada les parecía más detestable que la igualdad o la intervención del Estado para distribuir la riqueza y que hubiera mejoras sociales.
Tal vez por eso desde el mundo empresarial permitan crecer a figuras como las de Milei, dado que gracias a él tendrán un profeta que promueva las políticas de exclusión y flexibilización laboral, de un Estado mínimo, y que tanto les favorece.
* Economista. Doctor en Ciencias Sociales (UBA/UNDAV/Conicet). Autor del libro Las crisis económicas argentinas. De Mitre a Macri.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/286434-javier-milei-el-profeta-del-caos-que-no-se-cumple
Capturas de las notas: https://twitter.com/JulianZicari/status/1293914904848564224
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Javier Milei: "...es un falso dilema elegir entre la vida y la economía." "Habrá muertos de todas maneras, es así. Después es una cuestión estadística. Si se va una cuarentena al extremo, nos entierran a todos. La producción es cero y como no vamos a tener nada para consumir, nos vamos a morir todos. Pero la gente no se va a dejar morir, va a tratar de resistir y todo termina en una guerra civil donde se muere para conseguir alimentos."
Seguimiento y analisis de como un parrafo de una normativa se puede convertir en una campaña mediatica de cobertura nacional: (en construccion con algunos problemas en los links)
Estructura de las nota mas repetida en los distintos medios
-El periódico Afirma que la Normativa es "Polémica" estableciendo un juicio de valor negativo sobre la normativa,
-La palabra "Polémica" es un cliché o código compartido y construido a lo largo de los años que implica la presencia de algo turbio, oscuro, tramposo o injusto pero sin decirlo y siendo lo suficientemente ambiguo como para dejar al lector la tarea de encontrar lo "polémico" de la noticia. Nadie quiere ser el "ingenuo" (otro cliché para referirse a persona con falta de intelecto y poco despierta) que no se da cuenta de lo "polémico" en la normativa, así que hará su mejor esfuerzo para encontrarlo.
-Cita la norma, o fragmentos de ésta y posiblemente también la entrevista a un funcionario de alto rango del BCRA que brinda explicaciones. De la lectura no está claro la presencia de ninguna "polémica" y mucho menos de la explicación del funcionario, al contrario, por lo que el lector deberá seguir buscando donde radica la "polémica".
-Critica de la normativa y uso del hashtag #DólarDesaparecido y #DólarTerrorista
La presencia del hashtag tal cual lo debería usar en las redes el lector si quisiera ponerse de ese lado de la grieta, el lado del crítico al gobierno, el del que se da cuenta de la "polémica", del que no es ingenuo, invita al lector a seguir embebiéndose en la "polémica" mientras incrementa las vistas, seguidores, uso de ese hashtag y el peso de esta herramienta política; y además posiciona al periódico: si está de acuerdo con la critica apoya el hashtag haciendo referencia literal; y si no apoya hace referencia al nombre sin "#" y con espacio entre las palabras.
-Para la reinterpretación utiliza los dichos de opositores al gobierno de muy poco capital político, les da valor a sus dichos y difusión a sus redes sociales.
---Luciano Laspina (Economista y Diputado de Cambiemos poco conocido por la opinión publica a nivel nacional, envuelto en una causa por supuesto fraude en compra de armas a EEUU en 2017) dice que: habilita "venta para ´fuga de dólares´" en forma ilimitada para las victimas del terrorismo de estado, incluidos varios funcionarios del gobierno.
---Gómez Centurión (Excandidato a presidente en 2019, ex combatiente de Malvinas, y que participó de los levantamientos de Semana Santa en abril de 1987, y de Monte Caseros, en enero de 1988) dice que: "El curro de los derechos humanos más vigente que nunca" y el "dolar setentista"
-El punto central aquí es que toma como cierta la mala interpretación que hicieron los políticos de segunda línea, incluso varios días después de que fue todo aclarado continúan reflotando los mensajes erróneos y los colocan a la misma altura de lo dicho por la norma o el funcionario público, pero en este caso sin ninguna aclaración que haga pensar que sus dichos son equivocados o falsos, de hecho, el tratamiento de "polémico" pesa a favor de la veracidad de los críticos.
-Todo esto enmarcado en el medio de comunicación en que el lector confía y elige para informarse, por lo cual no debería sospechar nada extraño ni mal intencionado en ninguna noticia.
-Sorprende la repetición del mismo tratamiento, mismo título, misma foto y mismos recortes de los mismos críticos, como si fueran simples copias de un mismo medio.
-Sorprende también la cantidad de repercusiones que tuvieron en las redes sociales mucho antes de que se entreviste al funcionario del gobierno que brido aclaraciones.